Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1888-1889 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 11 de diciembre de 1888
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Silvela
Número y páginas del Diario de Sesiones: 9, 127
Tema: Crisis ministerial y desórdenes ocurridos en varias ciudades y en la capital de la Monarquía con motivo de la propaganda política del Sr. Cánovas del Castillo

Voy sencillamente a hacerme cargo de ese papel que S.S. guarda tan cuidadosamente, lo cual revela su buena intención, porque, después de todo, no tiene nada de particular. Su señoría con esa parte de discurso debe conservar el discurso íntegro en que estaba ese párrafo que S.S. ha citado, y podía haber leído todo ese discurso. Porque ahora recuerdo yo cómo y por qué se pronunció ese discurso, y, aparte de que el Ministro que lo pronunciaba dijo que hablaba por cuenta propia en aquel momento, y no sé yo por qué S.S. echa la responsabilidad de esas palabras sobre todo un partido, aparte de esto, resulta lo que voy a tener la honra de exponer ante el Congreso. Ese argumento iba contra el partido conservador, y ya que S.S. ha citado las palabras, debió citar el sentido en que pronunciaba el discurso todo el Sr. Ministro de Estado anterior. Porque, ¿cuál era el argumento? Pues era éste: "los vicios que vosotros decíais que existen, son antiguos, son inveterados; la administración es mala desde hace mucho tiempo: pues si vosotros, señores conservadores, en circunstancias normales; si vosotros en circunstancias que parecían favorables y en que os creíais poderosos, no pudisteis remediar esos males y moralizar la administración, ¿cómo queréis que lo logremos nosotros en un instante, precisamente en un momento en que ha muerto el Rey, en que todo se cree que esté en peligro, y en que el Gobierno debe buscar la manera de hacer frente a todos los temores que entonces por todas partes se presentaban?" Éste y no otro fue el argumento del Sr. Ministro de Estado anterior.

Pero si éste fue el argumento, ¿por qué S.S. cita esas palabras y prescinde de que eran momentos difíciles para hacer todo eso? Todos los momentos son buenos para hacerlo, para procurar y para alcanzar el bien; pero hay momentos en que puede hacerse más fácilmente que en otros. Cuando hay sosiego, cuando no hay temores ni peligros, los Gobiernos pueden hacer muchas cosas; pero cuando tienen que atender a cosas más altas, más perentorias y de más urgente necesidad, claro es que los Gobiernos no pueden hacer todo lo que quisieran.

Por lo demás, estoy conforme con S.S. Los Gobiernos deben cumplir la ley, y no hay para ello más límites que los que la misma ley impone; pero hay momentos en que la ley no se puede desgraciadamente cumplir como los Gobiernos desean. Y si no, ¿por qué no la cumplisteis vosotros? ¿Por qué permitisteis vosotros ciertos excesos en manifestaciones más ruidosas que aquellas de que nos hemos ocupado [127] esta tarde? Entre otras, recuerdo ahora la manifestación ocurrida cuando los sucesos de las Carolinas. ¿Le parece a S.S. que aquella manifestación no valía la pena de que el Gobierno hiciera uso de la ley? ¿Por qué no lo hizo, cuando además de los disturbios interiores, cuando además del tumulto interior, del desorden interior, aquellos sucesos traían una grandísima complicación internacional? ¿Cumplió el Gobierno entonces con la ley? Es necesario que las obras acompañen siempre a las palabras, porque cuando las palabras no se compadecen con las obras, sino que están en contradicción con ellas, no se puede con las palabras condenar lo que otros Gobiernos han hecho, y menos siendo peor lo que S.S. y los Gobiernos de que S.S. formó parte hicieron. (Muy bien). [128]



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